Un vecino del barrio Don Orione llegó hasta el Papa Francisco gracias a su trabajo de energías alternativas pensado para las escuelas de todo el mundo. Se llama Roberto Macario, se define modestamente como “un muchacho que sabe” y es un perfecto curioso comprometido con el cuidado del medio ambiente y con el trabajo social en su barrio, Don Orione.
Iban a ser 10 segundos y fueron cinco minutos de un ida y vuelta con el Papa Francisco en los que Roberto habló de su proyecto para escuelas de todo el país y del mundo: dotarlas de energía más allá de en qué lugar del Globo se encuentren, con el fin de asegurar a los alumnos y a la comunidad educativa, el compromiso con el cuidado de “la casa común” como el mismo Papa definió al Planeta Tierra.
Militante social, Macario no solo habló de los aspectos técnicos de su proyecto con el Papa Francisco sino también “de la desesperanza que envuelve a los militantes ante un gobierno que parece manejar otros objetivos”, le dijo a Brown On Line en una larga charla.
Roberto, que volvió de Roma el sábado, recibió apoyo del Papa argentino. “Ahora vamos por todo, para que este proyecto llegue a todo el país”, dice Macario, quién compartirá este proyecto con municipios y provincias involucradas con sus pueblos. “Probablemente el gobierno nacional no esté interesado en este proyecto debido a los recortes presupuesto para la educación y ciencia”.
Los inicios
Nacido en Jujuy pero vecino de Don Orione, Roberto tiene una pequeña empresa familiar dedicada a Instalaciones Eléctricas e Iluminación y desarrolló esta propuesta en energías renovables por pedido de la organización Scholas Ocurrentes, que tiene convenios con 187 países, el apoyo de la Fundación Educar para un Mundo Mejor (FEMM), fundamental en el desarrollo pedagógico, la certificación técnica de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la puesta en práctica del proyecto por Macario.
A partir de que el Papa Francisco lanzara la encíclica Laudato Sí que habla del cuidado de la casa común, invitan a Macario a pensar una propuesta que mixture lo pedagógico con lo social. “Uno le provee a la escuela un sistema de energías no convencionales y, además, le brinda el contenido pedagógico. Fue un desafío complejo. Primero hice un proyecto para la Escuela Inmaculada Concepción de Constitución, que luego supe que era una escuela especialmente querida por el Papa”.
Allí instaló paneles solares, termotanques solares, un generador eólico, un bio digestor, un sistema de cultivos indoor y la puesta en valor de las instalaciones involucradas, sorteando problemas edilicios que plantaron un desafío de creatividad, ingenio y presupuesto en una ciudad con tres meses nublados, sin viento y poca insolación, como Buenos Aires.
Palmeyro le pidió una propuesta de tipo global, pero que lo pudiera hacer en cualquier lugar del mundo, bajo cualquier condición climática y a un único costo. Macario diseñó entonces una propuesta para que la escuela que fuera pudiera generar al menos 5 kilowats de potencia. “Una escuela sencilla, con 5 kw puede estar completamente abastecida, si las condiciones ambientales son buenas. El dinero permitirá más potencia”, dice.
“Usamos todo tipo de energía natural con un objeto social, pedagógico e integrador: el viento, el sol, la bio masa, sistemas de cultivos innovadores”, dice Roberto, el hombre que sabe, como Albert Einstein, que hay una fuerza más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la fuerza de voluntad, la única capaz de convertir a su proyecto en realidad.